
El miedo a todo lo que pueda pasarle a los hijos lleva a muchos padres norteamericanos (y de tantos sitios) a tenerlos permamentemente vigilados y controlados. No van solos a ningún sitio. No se confía en que sean capaces de ser autónomos y en que no todas las personas del mundo son malas.
Yo jugaba en la calle. Bajaba con mis gomas de saltar y me juntaba con las amigas para saltar con ellas. Siempre las llevaba en mi bolsillo. Me pasaba horas hasta que mi madre o mi abuela me pegaban un berrido desde el balcón para que subiera a comer.
Nunca tuve miedo de bajar a la calle ni de moverme sola por el mundo. Ahora veo esos niños que van de un sitio a otro programados y veo que fui muy privilegiada. Y, además, saltaba de narices.
2 comentarios:
Realment eren altres temps. El carrer era una gran escola i et relacionaves amb la gent del barri, quan erem encara uns nat-buff. Gomes, futbol, palé... Quins temps aquells
I tant, ara és difícil veure nens jugant al carrer a les ciutats. Als pobles encara es veuen alguns grups, s'ho passen d'allò més bé i tenen millor cara que els nens que es queden a casa, els toca l'aire i el sol a la cara i això es nota. Jo també jugava al carrer!!!
Publicar un comentario