"Hola. Mi nombre es Íñigo Montoya. Tú mataste a mi padre. Prepárate a morir."Pero el otro día en el tren estaba sentado delante mío un hombre leyendo. Con una mano sostenía el libro y con la otra se acariciaba la yema de sus dos dedos pulgares. Tenía una falange primera a partir de la cual surgían dos falanges segundas, con sus yemas y sus uñas.
Le miré a la cara y no parecía malévolo. Sólo llevaba su diferencia de un modo más visible que los demás.
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