El físico James Crutchfield y el músico David Dunn han descubierto que los pinos enfermos emiten unos sonidos que atraen a los insectos, que van a alimentarse de ellos. El olor típico de los bosques de pinos procede de la resina que segregan para defenderse de los bichos. El cambio climático está acelerando el proceso. La sequía prolongada y los inviernos más suaves reducen la muerte por frío de determinados insectos. Cada vez hay mayor superficie de bosque infestada. Cuando se pudren se convierten a su vez en fuentes de gas invernadero. El bosque emite un quejido que ahora unos científicos han conseguido oír.
La noticia en El Periódico de Catalunya.
En esta entrevista no hay humanos (podcast #45)
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Hace 1 mes
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