Sigo varada en la orilla. Como me dijo una amiga, unas veces se fluye con la corriente, otras te precipitas por los rápidos y otras te toca estar en la orilla. Para los que nos sentimos vivos cuanto más rápidos vamos, estar en la orilla es un enorme ejercicio de humildad y de paciencia. Porque no se trata de esperar a que pase una corriente que te vuelva a llevar, sino a saber disfrutar de estar ahí, desterrando el sentimiento de que no haces nada cuando probablemente estás aprendiendo más y viviendo más que navegando a golpe de adrenalina.
Ay, quién navega mi barca...
2 comentarios:
Pero sigues, y eso cuenta.
Por supuesto. Mil gracias.
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