Me he sorprendido a mí misma esta mañana con un humor terrible. Es cierto que todo ha venido a cuento de una llamada impertinente, pero no me parece razón suficiente para que se haya desatado en mi una ira silenciosa e indiscriminada contra el mundo. Estoy muy cabreada, cabreadísima contra todo. Contra los injustos, los incompetentes, los quejicas, los envidiosos, los maleducados, los soberbios, los pusilánimes, los déspotas, los ambiciosos de poder, los egoístas, los miserables, los irrespetuosos, los burócratas, los que no escuchan, los que no dan, los que no sonríen nunca, los que no se responsabilizan de su vida y los que pagan con los demás su infelicidad y su cabreo. Por eso y porque sigo sin estar "operativa" me he encerrado en casa. Para que esta ira atávica que ha salido hoy a la superficie no haga del mundo un lugar peor.
Mañana será otro día.
En esta entrevista no hay humanos (podcast #45)
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Hace 1 mes
2 comentarios:
Las llamadas impertinentes son malísimas, sobre todo temprano. :)
Un día pasa volando.
Sí, ya pasó. Pero creo que fue bueno. A veces se calla uno demasiadas cosas por prudencia y por educación y en algún momento hay que decir basta. Fue bueno. Ojalá lo hubiera dicho antes.
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