En el atardecer de Marrakech más de cien jinetes participan en una exhibición de monta y trabuco, vestigio de un tiempo sin estrés al que me he asomado durante una semana. Hasta el olor de la pólvora y el polvo de los cascos tienen efectos balsámicos. No hay riesgo de levitar; los disparos al final de la carrera te sacan del sueño de un sobresalto.
En esta entrevista no hay humanos (podcast #45)
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Hace 1 mes
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