Apareció hace una semana. Escuálido y famélico. Devoraba los platos de comida seca con ansiedad. También buscaba compañía. Parecía acostumbrado.
El ritual se ha repetido todos los días. Aparecía por la noche y por la mañana, a desayunar y a cenar. Pareció engordar un poco. Pero la situación era provisional. Así no podíamos seguir, a pocos días de irnos de vacaciones.
La gata, porque hemos descubierto que es hembra, ya tiene dueña. Es una felina afortunada porque otros muchos, muchísimos, no corren la misma suerte, abandonados por vacaciones, como un fardo demasiado pesado que se tira por la borda.
En esta entrevista no hay humanos (podcast #45)
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Hace 1 mes
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