Hemos venido a este mundo con sexo. Negarlo es rechazarnos a nosotros mismos. No me gusta hablar de espiritualidad porque parece que sea algo externo o que debamos encontrar en algún rincón perdido. Somos espirituales igual que somos sexuales. No podemos negar ni una cosa ni la otra, ni separarlas. Cuando se hace, se produce un terrible desequilibrio. Los escándalos en el seno de la iglesia invitan a la reflexión. Si nos amamos, lo hacemos a todo lo que somos. Y eso incluye nuestro cuerpo, nuestros órganos y toda la ingeniería de materia que nos sostiene en este mundo. Pero hagámoslo con conciencia en cada instante de comunicación, de placer y conexión sexual.
1 comentario:
Me encanta esta reflexión. Y si me permites, añado que puede haber diferentes tipos de amor: hacia un hijo, hacia un amigo o amiga, hacia tus padres, hacia los animales que no (normalmente) tienen que ver con la sexualidad. El problema de la iglesia es que ella no distingue diferentes tipos de amor. Solo reconoce el que no tiene que ver con la sexualidad, lo que le genera graves consecuencias, puesto que el amor sexual, como tu bien dices, también es amor.
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