El enorme ego que nos hemos ido construyendo en nuestra sociedad individualista nos hace pensar que somos los únicos responsables de todo lo que creamos. Ese ego que nos separa y nos diferencia de todo lo que nos rodea, que no quiere creer que está irremediablemente unido a todo lo visible e invisible de este mundo, asume como propio los éxitos y los fracasos de sus actos creativos. Y si los primeros lo encumbran, los segundos lo sepultan.
Ni la autocomplacencia ni la flagelación existirían si viéramos nuestra tarea en la vida, nuestro talento y nuestra pasión, como un canal para la expresión de lo divino, de algo más grande que nosotros. Estamos ahí trabajando, haciendo lo mejor que sabemos y a veces una chispa de inspiración, de genio, pasa a través de nosotros.
La escritora Elizabeth Gilbert, autora de Eat, Pray, Love, lo cuenta en una magnífica charla en TED.
En esta entrevista no hay humanos (podcast #45)
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Hace 1 mes
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