El bailaor Israel Galván ha participado hoy en un encuentro digital con los lectores en El País. Hace unas semanas lo vi por primera vez. Trajo a Barcelona su espectáculo Arena. He de decir que me gusta la danza de cualquier tipo y salvo cualquier espectáculo si desprende algún instante de magia, un segundo de belleza o un atisbo de excelencia. Ya salgo feliz, porque la magia, la belleza y la excelencia son tan raras que una pequeña dosis ya es un regalo.
Por eso, ver un espectáculo de Israel Galván como el que yo vi el otro día te concilia con el mundo y con tus anhelos más privados, esos que te mantienen en una búsqueda permanente, en una perenne insatisfacción. Porque entiendes que lo que buscas es llegar a ser tan mágico, tan bello y tan excelente como él ni que sea un segundo de tu vida haciendo lo que sepas hacer mejor. Y en esa búsqueda muchos nos perdemos a ratos, nos desorientamos. Pero ves el flamenco de Galván y restituyes tu confianza. ¿Tendré el síndrome de Stendhal?
En esta entrevista no hay humanos (podcast #45)
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Hace 1 mes
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