Los marinos no tenían visiones inducidas por días eternos mecidos sobre las olas o los sueños etílicos de ron. Veían resplandecer el mar a ratos en algunas latitudes de sus travesías. Ahora los científicos les dan la razón. Los
campos de hielo en una noche sin luna han sido detectados por el Laboratorio de Investigaciones Navales de la División de Meteorología, en California, y del Centro Nacional de Datos Geofísicos de este país. Dicen que la fosforescencia puede provenir de enormes poblaciones de bacterias. Qué poca poesía para el descubrimiento marino. Los navegantes también veían sirenas y sucumbían a sus cantos. Que no desmitifiquen esas híbridas féminas.
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